Según los números del Indec, las importaciones de energía se desplomaron 58 por ciento en el primer trimestre del año: pasaron de US$ 2360 millones a 992 millones. Claro que los menores precios también afectaron las exportaciones, que cayeron en igual porcentaje que las importaciones. De todas maneras, las ventas al exterior tienen una incidencia menor en la balanza comercial energética, por lo que su saldo en los primeros tres meses del año muestra una menor salida de divisas: se fueron 284 millones de dólares, unos US$ 400 millones menos que en el mismo período del año pasado. Según publica La Nación, el tema impacta especialmente en la presión cambiaria. Sucede que el cepo al dólar en todas sus variantes, desde las restricciones a la compra de divisas hasta la imposibilidad de girar utilidades por parte de las empresas, fueron motivadas por la crisis energética. En otros términos: en un contexto de escasa llegada de capitales, el Gobierno debió restringir la venta de la moneda norteamericana para reservar esos billetes para pagar la factura energética, en su mayoría de importación. Hasta ahora, sin embargo, la caída en las importaciones de energía no logró doblar el rumbo de las cuentas nacionales. Según los números difundidos el martes pasado por el Ministerio de Economía, en febrero el déficit primario (antes del pago de deuda) fue de $ 13.547,9 millones, un 140% más que en el mismo período del año pasado. Al retroceso en los precios internacionales se le suma la baja en las compras al exterior en volúmenes, debido principalmente al estancamiento de la economía. Las cifras de la Secretaría de Energía, que llegan hasta el segundo mes del año, arrojan una merma de las importaciones en volúmenes del orden del 36 por ciento. Si bien el dato está por debajo de la caída medida en dólares (para ese período la cartera muestra una reducción del 48%), se trata de un número importante. El descenso de los precios internacionales debería notarse también en los subsidios del Estado a la Energía. Por ejemplo, en enero y en febrero, Enarsa, la segunda entre las mayores favorecidas con esas transferencias, después de Cammesa, redujo en 34% las compras de gas al exterior (desde Bolivia y por barco, con la modalidad del LNG), hasta poco más de 508 millones de dólares.