El presidente Alberto Fernández almorzó este mediodía a referentes de los principales gremios de la CGT, que se fueron con una de cal y otra de arena: no podrán definir al reemplazante de la superintendencia de servicios de salud, pero percibirán un aporte a las obras sociales en reconocimiento a su tarea en la pandemia.
Participaron el jefe de Gabinete Santiago Cafiero, la ministra de Salud Carla Vizzotti, el de Trabajo Claudio Moroni, el secretario de Asuntos Estratégicos Gustavo Béliz y la asesora presidencial Cecilia Nicolini.
Por la CGT estuvieron Héctor Daer (Sanidad), Andrés Rodríguez (UPCN), Gerardo Martínez (UOCRA), José Luis Lingeri (Obras Sanitarias), Carlos Acuña (estaciones de servicio), Armando Cavalieri (Comercio), Antonio Caló (metalúrgicos), Jorge Sola (seguros), Sergio Romero (docentes) y Roberto Fernández (UTA).
Al asado se aceleró por la muerte repentina de Eugenio Zanarini, superintendente de Servicios de Salud, quien había sido ubicado en ese lugar por el ex ministro de Salud Ginés González García. Los gremios temían que Cristina Kirchner se apoderada del cargo, pero Alberto les garantizó que no.
El aporte a las obras sociales no será por la deuda acumulada por retención de aportes, sino de aproximadamente 11 mil millones de pesos, en concepto de gastos en educación, transporte y discapacidad.
El presidente se comprometió a combatir la inflación que aqueja a los trabajadores y en los últimos meses se fue de control. Mientras que Roberto Fernández le pidió incluir a los colectiveros entre personal esencial a vacunar.