Durante 2019, los salarios formales o en blanco perdieron el 6,1% de poder adquisitivo (capacidad de compra) frente a la inflación: aumentaron el 44,36%, mientras la suba promedio de los precios fue del 53,8%.
Por tratarse del sueldo bruto, a los $ 49.574,33 habría que descontar el aporte de jubilación y salud del trabajador (17%) y, eventualmente, sumar el salario familiar. Según la estructura familiar, el sueldo promedio en mano rondaría entre $ 41.100 y poco más de $ 43.000.
Si bien de los 12 meses, en 6 meses la inflación superó a la suba de las remuneraciones calculadas por el RIPTE y en otros 6 meses pasó lo contrario, la fuerte caída de los salarios con relación al incremento de los precios se produjo, tras las PASO, en agosto (1,9% vs. 4%), septiembre (3,2 vs. 5,9%), noviembre (1,6% vs.4,3%) y diciembre (2% vs.3,7%).
En tanto, el costo de la canasta familiar de pobreza de un matrimonio con dos chicos, según el INDEC en diciembre, fue de $ 38.960,33, un valor no muy lejano al sueldo promedio formal. Si se incorporan los salarios informales o que no aportan a la Seguridad Social, el salario promedio es inferior al costo de la canasta familiar de pobreza.
Con relación a diciembre de 2015, cuando asumió la gestión macrista, el deterioro del salario formal real alcanza al 19,5%.
Ahora, con los aumentos de suma fija remunerativos ordenados por el Gobierno a cuenta de las paritarias, y el dato del 2,3% de inflación en enero, en el Gobierno descuentan que los números de los primeros meses deberían marcar que la suba de los sueldos superó a la inflación promedio.